Skip to main content

¿Qué es el “amor verdadero”? Hoy, muchas personas dirían que es una emoción incondicional y no hace juicios de valor. Es un amor profundo que perdura a pesar de los fallos de una persona. Pero si es así, ¿cómo debemos entender el amor de Dios? Por un lado, se nos dice que nuestro creador nos ama con un amor inagotable; pero por otro, se nos dice que un día nos juzgará a todos. ¿Cómo podemos aceptar un mensaje de amor que parece excluyente?

En un evento en el que di una charla, al final hubo un tiempo para que los oyentes escribieran todas las preguntas difíciles sobre el cristianismo que les viniera a la mente. Al finalizar, una mujer budista se me acercó para decirme que en mi charla había dicho algo que la había molestado. Me explicó que aunque no lo había dicho explícitamente, mis palabras parecían indicar que solo había un camino a Dios: a través de Jesucristo. Continuó diciendo que nunca podría aceptar un mensaje tan intolerante que daba por hecho que los demás estaban equivocados. Yo le pregunté si Buda había dicho que el hinduismo estaba equivocado cuando rechazó el sistema de castas y afirmó que los Vedas (Escrituras) estaban equivocados. Cuando se dio cuenta de que sí había dicho que estaban equivocados, le pregunté por qué estaba dispuesta a aceptar la enseñanza de Buda (que dijo que millones de personas estaban equivocadas) pero no la de Jesús (que dijo que los demás no estaban siguiendo el camino verdadero). ¡Inmediatamente pudo ver la incoherencia de su modo de pensar y admitió que no le gustaba el giro que estaba tomando la conversación!

A la mañana siguiente asistió a la iglesia en la que yo iba a predicar, y hablé sobre el tema del perdón. Al finalizar, se quedó sentada en silencio durante unos minutos, y entonces rompió a llorar. Por primera vez en toda su vida, se dio cuenta de que realmente nunca había conocido a Cristo ni la profundidad de su amor. Aunque había asistido a la iglesia casi cada día durante los años de escuela, acabó rechazando algo que no era el cristianismo de verdad.

Verdad y gracia

Pero si aceptamos la verdad global del evangelio, ¿no existe el peligro de que eso mine el concepto de amar a los demás? En su último ensayo justo antes de su muerte, el profesor y pensador influente Isaiah Berlin argumentó que el monismo, la creencia de que existe una sola verdad a la que todas las demás verdades deben acomodarse, era el enemigo de la libertad porque minaba el pluralismo. Lo explicó de la siguiente manera:

“La consecuencia de esta creencia (que es diferente, aunque parecida, a lo que Karl Popper llamó esencialismo, que para él era la raíz de todo mal) es que aquellos que saben deberían controlar a los que no… En general, la gente condena a los que hacen daño, matan o torturan; pero si esas cosas no se hacen en beneficio personal sino por un -ismo (socialismo, nacionalismo, fascismo, comunismo, fanatismo religioso, o el progreso, o el cumplimiento de las leyes de la historia), entonces están bien.”[1]

Según Berlin, el monismo está a un paso del despotismo. Cuando una persona piensa que tiene la verdad, entonces está tan solo a un paso de ser un dictador. Recuerdo cuando leí ese ensayo por primera vez. Recuerdo que al acabarlo escribí en la parte inferior de la última página: ¿Y si hubiera una verdad llena de gracia?

Cuando decimos que alguien es grácil, lo que estamos diciendo es que el movimiento físico de su cuerpo es bello. De forma similar, cuando decimos que alguien muestra gracia, lo que estamos diciendo es que el movimiento que ocurre en su interior es bello. Juan, el discípulo, no solo describió a Jesús como alguien “lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14), sino que habló del evangelio usando un vocabulario similar: “De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (Juan 1:16-17).

Desgraciadamente, muchas personas asumen erróneamente que cuando hay un juicio de valor no hay gracia ni amor. Ciertamente, una de las quejas más comunes sobre Dios, y sobre la fe cristiana en particular, es su condena. Por eso muchos dicen: “¿Cómo puede Dios juzgarnos, si se supone que es un Dios de amor?”.

¿Alguna vez has leído la novela Orgullo y prejuicio de Jane Austen? Cuenta la historia de amor entre una joven, Elizabeth, y un hombre llamado Sr. Darcy. En un momento dado, el Sr. Darcy visita a esa belleza que le ha robado el corazón para desvelarle sus sentimientos hacia ella. Empieza bien, porque empieza diciendo: “Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame decirle que la admiro y la amo apasionadamente”.[2] Sin embargo, lo estropea todo cuando le informa de que la ama… ¡en contra de su voluntad, de los dictados de su razón, de su buen juicio y del estatus social de su familia!

Sorprendido de que Elizabeth rechace su amor, el Sr. Darcy le pregunta cómo puede rechazarle tan descortésmente. A lo que ella responde: “Se equivoca usted, Sr. Darcy, si supone que lo que me ha afectado es su forma de declararse, o si se figura que me habría evitado el mal rato de rechazarle si se hubiera comportado de modo más caballeroso”.[3]

Además, le explica por qué cree que su declaración ha sido ofensiva: “También podría yo preguntar por qué con tan evidente propósito de ofenderme y de insultarme me dice que le gusto en contra de su voluntad, de su buen juicio y hasta de su modo de ser”.[4] Dicho de otro modo, Elizabeth se está quejando de que el Sr. Darcy le ha dicho que la ama en contra de todo sentido común. Es irónico, ¿verdad?

La mayoría de nosotros busca conectar con alguien de forma íntima y nos pasamos la vida intentando proyectar una imagen que no somos para gustar a la gente, conseguir que nos amen. Sin embargo, es imposible encontrar el amor y la intimidad de ese modo. Cuando alguien te ama, te ama de verdad, no es porque no saben quién eres. No, es porque esa persona sabe exactamente quién eres y cómo eres, y aun así te ama. Si queremos que el amor sea verdadero, la verdad y la gracia son fundamentales.

Amor verdadero

Encontramos un concepto similar en la canción “Where is the Love?” [¿Dónde está el amor?] de Black Eyed Peas, que fue número uno en todo el mundo en 2003. La letra de esta canción habla de muchas cuestiones pertinentes sobre el amor en un mundo roto, pero una de las observaciones que hace es particularmente llamativa: dice que si nunca has conocido la verdad, entonces tampoco has conocido el amor.

No podrían estar más en lo cierto. Las palabras “te amo” significan algo cuando la persona que las pronuncia sabe exactamente cómo eres y todavía te quiere. Si no hay juicio, el amor no existe; el verdadero amor existe cuando alguien te juzga a la luz de una moral correcta y ve cómo eres realmente, y aun así te ama.

Esa es la forma en la que Dios nos ama. Es más, su amor por nosotros es mucho más profundo,  pues nos ama de forma incondicional. Sin embargo, eso no quiere decir que Dios no nos juzgue. Él sabe exactamente cómo somos. Él ve quiénes somos. Nos ama a pesar de la verdad. Por eso la Biblia dice que Dios mostró su amor por nosotros cuando aún éramos sus enemigos, y lo hizo dándonos a su único Hijo (Romanos 5:8). El apóstol Juan dice en su primera carta: “Así manifestó Dios su amor por nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10). Dios no nos amó porque fuéramos dignos de su amor; pero, por amor, se dio a sí mismo y así nos hizo dignos gracias a lo que hemos recibido.

La canción de Black Eyed Peas es una larga queja contra la moral de la sociedad en la que vivimos. Pero, tristemente, se queda en la queja y no ofrece respuesta a las preguntas que lanza. Curiosamente, en 2016 el grupo se reunió para cantar la canción en respuesta a un aluvión de peticiones recibidas después de los trágicos sucesos en París y Turquía. Como decía un post de Facebook: “13 años después, The Black Eyed Peas y el resto del mundo se siguen preguntando “Where is the Love?”.[5] Y de hecho, recientemente, el grupo musical publicaba en su cuenta de Twitter: “La pregunta sigue en el aire: WHERES THE LOVE [?]”[6].

Aunque la cultura popular piense diferente, el amor verdadero (y la compasión verdadera) no existen si no hay juicio. La palabra “compasión” proviene del latín eclesiástico; es decir, la lengua latina que fue inspirada por la fe cristiana y usada para organizar y guiar la conducta de la iglesia. La palabra significa juzgar si una situación es moral o no, y hacerlo con empatía y con el deseo de reaccionar. Por ejemplo, cuando ves la pobreza y dices “Eso está mal. La gente no debería vivir sí”, has hecho un juicio moral de esa situación. Pero para que tu reacción sea compasiva, tiene que estar seguida de una respuesta emocional apropiada y una convicción profunda de que hay que hacer algo al respecto. Cuando ves una injusticia y la llamas por su nombre, estás haciendo un juicio moral. Estás diciendo “Eso está mal. No debería de ser así”. Pero si eres compasivo, decidirás hacer algo al respecto. Sin el juicio moral, la compasión y el amor no pueden existir.

De forma similar, Dios quiere iluminar nuestros corazones con la luz de su juicio moral, no para exponernos públicamente y avergonzarnos, sino para transformarnos a su semejanza porque es un Dios misericordioso y compasivo. El amor de Dios por nosotros va de la mano del juicio porque sin él no podríamos conocer la intimidad verdadera y el amor verdadero con Dios. Tampoco podemos conocer el amor que Dios tiene por nosotros si no hay transformación, ya que nuestro estado no nos permite acercarnos a él. En la cruz, Cristo fue tratado como malhechor, asumiendo el castigo que nosotros merecíamos. Lo hizo para rescatarnos de la maldición que había caído sobre nosotros, así que gracias a Cristo podemos reconciliarnos con Dios y ser transformados por él.

El evangelio habla del Dios que ve la situación en la que estamos y la juzga. Él ve el dolor. Juzga nuestro pecado y nuestra humillación, pero, como nos ama tanto y se compadece de nosotros, vino a este mundo a sufrir en nuestro lugar, para que nosotros pudiéramos experimentar la restauración que él ofrece. En él encontramos verdadera libertad, amor y gracia, y la capacidad para amar a los demás del modo en que Dios nos ha amado.

 

Traducción: Dorcas González Bataller

[1] Isaiah Berlin, “My Philosophy”, The History of Ideas (Oxford, England: Oxford University Press, 2005). Disponible en inglés en http://www.cs.utexas.edu/users/vl/notes/berlin.html.
[2] Jane Austen, Orgullo y prejuicio. Capítulo 34.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ver http://www.mtv.com/news/2927221/black-eyed-peas-reunite-for-a-star-studded-remake-of-where-is-the-love/.
[6] Ibíd.

 

¿Te ha gustado? Compártelo con tus contactos: