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No hay duda de que en el mundo pluralista en el que vivimos, esta es una de las principales objeciones a la fe cristiana. El argumento va así: “Eres cristiano porque tus padres lo son, y ese otro es musulmán porque sus padres lo son, y el de más allá es budista porque sus padres son budistas.” O a veces la objeción es geográfica: “Si hubieras nacido en Egipto, no serías cristiano”. Y todo esto suele desembocar en: “¿Cómo sabes que no estás equivocado? ¿No es un poco arrogante pensar que eres tú el que tiene la razón?”. Algo así me pasó ayer en una conversación, y eso puede dar pie a una respuesta que tiene varias dimensiones.

Primero, hay una respuesta filosófica porque una afirmación o pregunta como esta suele basarse en una de las falacias lógicas más comunes. Una falacia lógica es un argumento que parece válido, pero que no lo es, y que puede ocurrir conscientemente o no.

La lógica nos dice que este argumento, la falacia genética, no funciona. ¿Cuándo ocurre esta falacia? Cuando intentamos juzgar un argumento o idea como buena o mala según de dónde o de quién provenga.

En pocas palabras: el hecho de que mis padres sean cristianos o no, no implica que yo no tenga otras razones válidas para abrazar la fe cristiana.

De hecho, aunque no tuviera otras razones válidas en las que basar mi fe, tampoco sería razonable creer que, ya que mi creencia proviene de mis padres, esa creencia es necesariamente errónea.

Por ejemplo, mis padres me enseñaron que meter un clip metálico dentro de un enchufe no es una buena idea. Y durante años, creí que era cierto porque mis padres me lo habían enseñado así. Y es cierto. Claro, ahora tengo más razones para creerlo, lo cual solo confirma y refuerza lo que ya sabía. Que yo crea algo porque mis padres me lo enseñaron o inculcaron, no hace que sea menos cierto.

En segundo lugar, hay una respuesta sociológica. La realidad es que hoy en día hay cristianos por todo el mundo, no solo en nuestra cultura occidental. En la actualidad hay más cristianos en China que habitantes en España, a pesar de que ser cristiano en China es muy complicado. Aunque estadísticamente hablando es innegable que si uno naceen cierto lugar del mundo tiene más probabilidades de tener padres de cierta religión, el argumento cojea bastante, no es convincente, y, de hecho, con el paso del tiempo se debilita más y más.

Antes de llegar a la respuesta final y más importante —la conclusión lógica de las dos respuestas previas— cabe recalcar algo muy interesante e importante en un país como España: el argumento podría funcionar en ambos sentidos. Al fin y al cabo, no estoy diciendo que el argumento nunca sea cierto. Tristemente, es cierto que una persona podría creer algo solamente porque así se lo han enseñado, es decir, sin haberlo puesto a prueba jamás.

Por tanto, uno debe hacerse la pregunta: ¿no sería también posible que la indiferencia y/o el ateísmo de una persona fuera provocado porque, efectivamente, así se lo enseñaron sus padres? ¿O porque esa persona nació, por ejemplo, en España, donde se reciben mensajes constantes contra el cristianismo a través de los medios de comunicación y la cultura, muchas veces a raíz de los errores históricos de ciertas personas o instituciones?

Obviamente no digo que sea siempre así, pues estaría cayendo en el mismo error que estoy desmontando, pero no es una mala pregunta que plantearse: ¿por qué creo lo que creo? ¿Y cuáles son las posibles consecuencias?

Para terminar, uniendo y completando los puntos anteriores, mi respuesta final es que uno puede defender que se tiene razón o no se tiene porque existe la verdad. ¿Cómo sabes que no estás equivocado? es una pregunta válida, una pregunta que los cristianos no deberían temer. Pero el hecho de que haya personas con creencias diferentes no significa que no exista la verdad.

Y si existe la verdad, también es posible que una de esas creencias sea cierta (lo sepamos o no); es decir, que una de ellas corresponda con la realidad, con aquello que es cierto y verdadero.

Mi confianza en Jesús no se basa ni en que parte de mi familia sea cristiana, ni en que la fe cristiana sea la creencia más extensa y con mayor número de seguidores del planeta (muy por encima del ateísmo) ni que sea una religión que está creciendo. Mi confianza en la fe cristiana tampoco se basa en que, de todas las cosmovisiones del mundo, alguna debe necesariamente ser cierta o al menos estar más cerca de la verdad. Mi confianza en el cristianismo se basa en que estoy convencido de que es verdad.

Muy resumidamente, creo que el cristianismo contesta las principales preguntas de la vida de manera coherente y satisfactoria, correspondiendo con la realidad; es decir, se puede llevar a la práctica. Estas preguntas se resumen en: ¿De dónde venimos? (origen), ¿Por qué estamos aquí? (propósito/significado), ¿Cómo deberíamos vivir? (moral), y ¿A dónde vamos? (destino). Más allá de estas preguntas fundamentales, surgen aún más interrogantes: ¿Qué hubo antes del Big Bang?, ¿Por qué vivimos como si existiera el bien y el mal?, ¿Por qué Jesús cambió la historia, y el cristianismo apareció de la nada y sobrevivió contra todo pronóstico?, ¿Dónde estaba el cuerpo de Jesús?, ¿Por qué tantos murieron defendiendo que su resurrección fue un hecho histórico?, etc., etc. La fe cristiana contesta estas preguntas de manera satisfactoria y coherente pero además concuerda con nuestra manera de vivir y de sentir. Es decir, el cristianismo no solo encaja con la realidad que observamos, sino que también encaja con nuestras vidas.

Por ello, creo que las afirmaciones de Jesús son verdaderas, no solo porque tienen sentido racionalmente, sino también porque hablan directamente a nuestros corazones, a nuestros deseos y anhelos, a nuestros miedos y preguntas innatas, de una forma que nos da paz, gozo y esperanza. No he encontrado ninguna otra religión o cosmovisión que ofrezca nada parecido en su totalidad.

Finalmente, creo que tiene sentido afirmar con confianza que la fe cristiana es verdad, porque si hubiera un Dios que creó el universo, incluyendo el tiempo y el espacio, la mejor y única forma de conocerle o conocer de Él, sería si Él mismo decidiera revelarse en persona, en el tiempo y en el espacio. Esto es lo que pasó cuando Jesús caminó entre nosotros, y por tanto estoy convencido de que en Él mismo vemos a Dios.

Me atrevo a lanzar un reto: investígalo por ti mismo, como lo han hecho millones de personas que han abrazado la fe cristiana no solo hoy, sino a lo largo de los siglos. Estudia las posibilidades con cuidado, y descubre por ti mismo cuál explica el mundo y la vida tal y como son, y cuál da esperanza y descanso a tu alma. Si fuera verdad, valdría la pena y no querrías perdértelo simplemente porque nunca te lo habías planteado.

 

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Escucha el episodio”Eres cristiano porque tus padres son cristianos”de nuestro podcast Las razones de la fe

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Gerson Mercadal

Comunicador Fundación Pontea