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Hablar de que los muertos pueden volver a caminar sonaba a locura hace unos años; sin embargo, vista la programación de la última década donde predominan virus que resucitan al ser humano, convirtiéndolo en un caminante patético o un depredador agresivo y enérgico, parece que nunca hemos estado más obsesionados con la resurrección. Pero, ¿se refiere a esto la fe cristiana cuando insiste en que Jesús resucitó?

La resurrección física de Jesús es central en el cristianismo, no algo periférico que puedes ignorar. El apóstol Pablo, autor de más de dos tercios del Nuevo Testamento, escribió: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe…y los cristianos somos los más dignos de lástima”. Es decir, es imposible decir que eres cristiano y que no crees que los muertos pueden resucitar: tendrás fe en algo, pero no es el cristianismo original. Si Jesús no resucitó, el cristianismo entero se desmorona, así que hacemos bien en preguntar por la resurrección.

La inmensa mayoría de los investigadores, sean cuales sean sus creencias personales, aceptan estos cuatro hechos históricos como innegables:

  1. Jesús de Nazaret estaba clínicamente muerto.
  2. La tumba donde fue sepultado estaba vacía tres días después.
  3. En múltiples ocasiones, varios individuos y grupos de personas vieron a Jesús vivo, después de su muerte.
  4. A pesar de tener multitud de razones para no hacerlo, los seguidores de Jesús de repente y de forma sincera empezaron a creer que Dios le había levantado de los muertos.

Tendrás que pelearte contra un elefante académico muy grande si quieres poner en tela de juicio cualquiera de estos cuatro hechos. La pregunta es, ¿cómo interpretamos estos acontecimientos históricos?

Durante décadas muchos investigadores han planteado todo tipo de explicaciones alternativas. Unos han sugerido que Jesús no llegó a morir y le sepultaron vivo. Según médicos y forenses, es físicamente imposible, sobre todo considerando que muchos morían durante la flagelación romana, de carácter brutal. Aparte, los soldados romanos eran verdugos profesionales y pagarían un error de ese tipo con sus vidas. Además, un Jesús moribundo que de forma inexplicable pudiera caminar teniendo agujeros en tobillos, muñecas y costado, no sería un Mesías muy convincente.

Otros han defendido que los discípulos robaron el cuerpo. Todo el mundo en aquellos días coincidió en que la tumba estaba vacía, tanto los seguidores de Jesús como las autoridades romanas y judías. Pero, ¿cómo acabó vacía? Se necesitaban veinte personas para mover la piedra. A la guardia romana que protegía la tumba se la ejecutaría si fallaba en su cometido, por lo que no servía de nada sobornarles. Y sabemos que los discípulos, lejos de ser valientes, le traicionaron, huyeron y se escondieron bajo llave en una buhardilla durante días. Además, tanto las autoridades romanas como las judías, enemigos de Jesús, eran conscientes de que Jesús predijo que resucitaría, algo que revolucionaría la ciudad entera. El interés de las autoridades romanas y judías era acabar con la farsa mesiánica de Jesús de Nazaret, por lo que era de vital importancia asegurarse de que nadie robara el cuerpo. Podían demostrar que Jesús no era el mesías siempre y cuando tuvieran el cuerpo.

También se ha planteado que la resurrección es una invención de la Iglesia siglos después para justificar todo tipo de dogmas. Sin embargo, existe un credo cristiano muy antiguo que dice lo siguiente: “Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, fue sepultado, resucitó al tercer día y apareció vivo”, y pasa a dar una lista de nombres y menciona a quinientos testigos oculares a los que cualquiera podía preguntar. En los últimos años, se ha concluido que este credo circulaba entre uno y dos años después de la crucifixión. Hablamos de que en cuestión de meses ya podemos documentar que la resurrección formaba parte de las creencias básicas de los cristianos. Por lo tanto, la teoría de que es un invento tardío de la Iglesia ya no se sostiene según los últimos descubrimientos.

También se ha defendido que las apariciones de Jesús fueron alucinaciones. Sin embargo, hoy la psicología nos dice que no existe la alucinación grupal, y mucho menos de forma repetida. No queda prácticamente nadie que defienda en contextos académicos la teoría de las alucinaciones o la histeria colectiva.

Otros han propuesto que en aquellos días la mentalidad era mucho más ingenua y crédula. Sin embargo, creer que un muerto pudiera resucitar era tan impensable y “anticientífico” en aquellos días como lo es hoy. Nadie —ni griegos, ni romanos, ni judíos— creía que alguien pudiera resucitar.

Como vemos, las explicaciones alternativas no se sostienen, y existe otro hecho histórico que da aún mayor fuerza a la resurrección de Jesús: el nacimiento de la Iglesia primitiva. En menos de dos meses, más de cinco mil judíos de Jerusalén se convirtieron al cristianismo. La misma gente que le condenó a muerte gritando”¡Crucifícale!”, días después estuvo dispuesta a seguirle y a morir por él. Muchos murieron torturados, devorados por animales salvajes, apedreados… Sin ir más lejos, el emperador Nerón los usó como lámparas para iluminar las calles de Roma. ¿Quién muere por un cuento inventado por ellos mismos, teniendo acceso directo a los hechos? Nadie muere por algo que sabe que no es verdad, y menos cuando ser mártir cristiano no te aporta nada. A diferencia de otras religiones donde morir por tu fe te ofrece la recompensa del perdón, la salvación y la vida eterna, en el cristianismo, morir por tu fe no consigue nada, puesto que la salvación se ofrece de manera gratuita gracias a lo que Jesús hace por ti en la cruz, y no en base a qué haces tú por él. La fe cristiana creció tan rápido que solo tres siglos después, dos tercios del Imperio Romano era cristiano. Son muchos los historiadores que no encuentran forma de interpretar el nacimiento de la Iglesia primitiva sin tener en cuenta la resurrección de Jesús de Nazaret.

Todas estas razones, y más, apuntan de manera bastante convincente a que algo realmente extraordinario ocurrió aquel Domingo de Resurrección hace casi dos mil años – y no tuvo nada que ver con los muertos vivientes. Si Jesús dejó una tumba vacía, significa que está vivo, es Dios, tiene poder para vencer la muerte y puede darte vida. Todo lo que dijo era verdad, sobre todo cuando dijo a sus seguidores, “Porque yo vivo, vosotros viviréis”. No sé si te has planteado alguna vez qué hay después de la muerte, pero si no sabes por dónde empezar, yo empezaría por preguntar a Jesús. Quizás te sorprenda la respuesta.

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Andy Wickham

Director y comunicador de Fundación Pontea

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